Marius consiguió poco a poco separar a Cosette de Jean Valjean.
Digamos para concluir que lo que en ciertos casos se denomina, con demasiada
dureza, ingratitud de los hijos, no es siempre tan reprensible como se
cree. Es la ingratitud de la Naturaleza. La Naturaleza divide a los
vivientes en seres que vienen y seres que se van. De ahí cierto desvío, fatal
en los viejos, involuntario en los jóvenes. Las ramas, sin desprenderse
del tronco, se alejan. No es culpa suya. La juventud va donde está la
alegría, la luz, el amor; la vejez camina hacia el fin. No se pierden de vista,
pero no existe ya el lazo estrecho. Los jóvenes sienten el enfriamiento de la
vida; los ancianos el de la tumba.
No acusemos, pues, a estos pobres jóvenes. 1002
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